martes, 1 de febrero de 2011

Final Fantasy Episode Zero. Parte 1: Encuentro.Capítulo III


Había tratado de aparentar que no estaba de mal humor, aunque estaba preocupada de que no funcionara. Cuando regresó a casa la pasada noche, no habló apenas con Serah. "Estoy cansada", dijo y se encerró en su cuarto. No quería decir nada de lo que pudiera arrepentirse. Lightning pensó que si abría la boca comenzaría a gritarle a Serah que cortara con ese tío. No quería decirle que estaba en contra de él. Conocía el temperamento de su hermana mejor que nadie. Aunque parecía tan dulce y débil, en su fuero interno era muy fuerte. Si Lightning le decía que estaba en su contra sólo porque no le gustaba, Serah trataría de hacerle cambiar de parecer y seguiría discutiendo sobre ello hasta que lo consiguiera. No quería tener que pasar por eso.

Lightning suspiró, y limpió la bandeja que utilizaba para desayunar. Los días que tenía que salir temprano desayunaban juntas, pero en días como aquel, en los que salía más tarde, comía sola. Cuando Lightning se despertaba, Serah ya se había ido. Incluso así, ella ya había preparado el desayuno. Los programas de trabajo de Lightning estaban siempre cambiando, y siempre tenía que salir rápidamente.

Su padre murió muy pronto, y cuando su madre vivía tenía que trabajar. Así que la experiencia de Lightning con las tareas de la casa era mayor que la de Serah. De todos modos, Serah era mucho mejor cocinera que Lightning.

-Serah es mejor escogiendo comida deliciosa.

-Mm-hmm, y también soy mejor cocinera -recordó las conversaciones que tenía con su madre y Serah. Siempre estaba feliz y sonriente, pero entonces, su madre cayó enferma.

Eso fue justo antes de que muriese. Después del colegio, Lightning fue con Serah al hospital donde se encontraba su madre. Serah intentaba salir corriendo, pero Lightning agarraba su mano, diciendo "No corras, es peligroso", una y otra vez. Si hubiese sido como siempre, habría dicho eso mientras trataba de controlarse a sí misma para no echar a correr. Pero aquel día era diferente.

El día anterior, cuando había llegado del colegio, el médico había contactado con ella, para decirle que su madre estaba empeorando. "La próxima vez que enferme podría ser peligroso", dijo.

No había otro familiar al que contárselo, así que el médico no tenía elección a la hora de contarle los detalles de la enfermedad de su madre a una quinceañera Lightning. "Si algo pasa", dijo, "hay una persona de los servicios sociales que puedo presentarte". Le habló de los lugares a los que podía acudir para pedir ayuda. "Hay programas para que los chicos sin tutores puedan vivir libremente, así que no tienes que preocuparte. Sólo tienes que pensar por ti y por tu hermana", eso fue lo que dijo el médico.

Pero, con esas palabras, Lightning se dio cuenta de que ahora debía asumir toda la responsabilidad. ¿Se mostró ese sentimiento en su rostro?, se preguntaba ella. Mirando atrás, sintió que su madre sabía lo que estaba pensando.

-Me siento bien hoy. Sí, creo que quiero comer algo de fruta. Serah, ¿podrías ir y comprar un poco para mí?

-Iré yo -dijo Lightning, poniéndose de pie. Pero su madre sonrió.

-Serah es mejor escogiendo comida deliciosa.

-Mm-hmm, y también soy mejor cocinera -dijo Serah, orgullosa de sí misma. Salió de la habitación.

-Habrá un montón de cosas que tendrás que hacer ahora, no sólo cocinar -dijo su madre. Los pasos de Serah se apagaron en la distancia. La madre de Lightning le sonrió."Sí, lo entiende", pensó Lightning. "Es por eso por lo que le había pedido a Serah ir a por fruta. Ahora hablará más sobre lo que tendré que hacer", pero no lo hizo-. Pero ya lo sabes, no tienes que hacerlo todo tú sola. Hay muchas cosas con las que Serah puede ayudarte también.

-Pero, mamá... -no pudo decir nada más. Su madre le tendió la mano y acercó a Lightning a cu suerpo. Acarició su pelo como a una niña pequeña. Lightning sintió que estaba a punto de llorar.

-Pequeña linda niña consentida. Solíamos llamarte así, antes de que Serah naciera.

-No lo recuerdo...

-Una vez Serah hubo nacido, te convertiste en la hermana mayor. Sólo tenías tres años. Ni tu padre ni yo pudimos seguir llamándote nuestra niña consentida -la voz de su madre estaba riendo, pero Lightning pudo escuchar el dolor en ella. La mano que acariciaba su pelo era tan fina...-. Después de que tu padre murió, siempre me ayudaste, ¿verdad? Siempre cuidaste de Serah. Eres una hermana mayor tan buena... Es por eso por lo que no estoy preocupada por Serah. Porque estarás allí para ella -continuó su madre-. Pero Serah también estará ahí para ti. Te ayudará cuando estés dolida, te dará fuerzas. No lo olvides -y entonces, su madre dijo, una vez más, en un susurro-: mi pequeña niña consentida...

La condición de su enfermedad cambió rápidamente después de aquello. Ella ya se había preparado para ello, así que lo aceptó sin una sola palabra. Ese día, en el momento en el que estaba siendo sostenida por su madre como una niña pequeña, su infancia se había terminado. Dejó de tener a alguien a quien pudiese llamar madre. Así que ya no era más una niña. No podía ser una niña.

"No tienes que hacerlo todo tú sola", había dicho su madre. Pero la única persona que podía proteger a Serah era ella. "Por supuesto", advirtió ella, "tengo que hacerlo todo yo sola".

"Quiero ser adulta", lo sintió profudamente. "Para proteger a Serah, para hacer a mi única hermana feliz, tengo que hacerme adulta lo más rápido que pueda. Si no puedo hacerme adulta por ley, tendré que deshacerme del nombre que me dieron mis padres y hacerme adulta por mí misma. No importa, si ya no soy la hija de mi madre. En cambio, seré la guardiana de Serah. La protegeré." Hizo una promesa delante de la tumba de su madre y se dio a sí misma  un nuevo nombre: Lightning.

El sonido de la funda de su pistola cayendo hizo que volviera en sí. No se había dado cuenta, pero ya se había vestido. Sonrió sin ganas. Todavía no era hora de irse.

Pero se había despertado más pronto de lo que pretendía. Probablemente por lo que había pasado el día anterior, no había sido capaz de dormir bien. "Es comprensible", se dijo a sí misma, por millonésima vez, y suspiró. Tenía que ser ese tío. No era el tipo de hermana sobreprotectora que querría ahuyentar a todos los chicos que hablaran con su hermana pequeña. Ella quería a alguien que pudiera hacer a Serah feliz. Quería a alguien que la protegiera. No dejaría que nadie que no pudiera hacerlo se acercara a ella. No tenía que ser bueno hablando o tener algo bueno que se apreciara a simple vista. Sólo tenía que tratarla bien, y querer protegerla.

"Pero ese hombre nunca podría protegerla", pensó Lightning. "Es tan sólo un tío jugando a creerse el rey de la montaña. Al primer síntoma de problema abandonará a Serah y huirá." Si dejaba que Serah pensara un poco  las cosas fríamente acabaría entendiéndolo. Una correcta estudiante de instituto y un detestable hombre desempleado nunca funcionaría.

Si mamá estuviera viva, ¿podríamos parar a Serah juntas?

No, probablemente no. Lightning encorvó los hombros. Papá también era un tipo peligroso. Era tranquilo y bondadoso, pero no era demasiado responsable. "Ahora que soy adulta puedo comprender eso", pensó Lightning. "Por supuesto, cuando era una niña quería a mi padre. En mis recuerdos, siempre estaba riendo, siempre estaba feliz. Pero, si hubiera vivido más tiempo, ¿habría acabado recriminándole su actitud despreocupada? Seguramente me habría revelado contra él."

Mamá eligió a papá de todas maneras. Seguramente ella habría sido blanda con alguien como Snow. Seguramente habría dicho algo como, "Si es la persona que Serah ama..." y simplemente lo habria aceptado.

"Así que es cosa mía proteger a Serah de él. No soy mamá, ni papá. Ellos lo habrían aceptado. Pero yo no. Nunca."

Se puso sus guantes de cuero y abrió la puerta de su habitación. Había decidido salir pronto aquel día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario