martes, 1 de marzo de 2011

Comienza el mes de la primavera...


Parece que, al igual que las flores, todo en esta vida debe florecer... de nuevo.

Un nuevo día. Un nuevo mes. Salí de mi casa nuevamente a las ocho de la mañana, como cada mañana, de camino a la universidad. Mis ojos se iluminaron rápidamente en cuanto traspasé el umbral del portal: allí, a apenas diez metros, los árboles de la plaza se recortaban contra el rojizo cielo del amanecer... todos ellos luciendo pequeñas florecillas de color rosáceo. Aquello era más que precioso; pero, por más que intenté sacar una foto con mi móvil, este no lograba captar la perfecta y preciosa armonía de colores que en mis ojos se reflejaban.

Resignada, seguí mi tediosa y rutinaria travesía. En el metro de Guzmán el Bueno volvieron a darme dos zumos de promoción. Biofrutas pasión, qué bien uno de mis favoritos... Aunque debo admitir que ya conmienza a cansarme el sabor. No en vano llevan como cuatro días con la promoción y yo he ido recolectando todos los que he podido.

Al salir del metro, y tras coger mi periódico de todos los días, vi a Hikari a lo lejos. No pude evitar que se dibujara una maliciosa sonrisa en mi cara y mis pasos se aceleraran sigilosamente. Fue en esos momentos cuando odié que mis zapatos hicieran tanto ruido al andar (/Tap, tap tap.../). Aunque, por suerte, esta parecía ir muy concentrada hablando con una amiga suya y conseguí asustarla por detrás agarrándola de la mochila. Las tres reimos... y seguimos hacia clase hablando sobre los vestidos de las actrices de los Oscar. Si soy sincera, no conocía la mayoría de los nombres que decían, pero abrí el periódico por la página del artículo sobre la ceremonia y comenzó la disputa sobre qué vestido era más horroroso.

Comenzaron las aburridas clases, empezando por Estadística. Sin contar el hecho de que el profesor casi se cayera por tropezarse con el cable del ordenador, no pasó nada fuera de lo común. Por lo que me dediqué a divagar en mis propios pensamientos mientras tomaba apuntes... a divagar sobre ti, sobre cómo estarías. ¿Estarías nervioso? ¿Te habría salido bien el exámen? Aún no me ha hecho ninguna perdida, así que aún no habrá llegado a casa. Espero poder llegar pronto hoy también...

Y, entre clase y clase, y mientras miraba el móvil de vez en cuando, otros pensamientos acudían a mi mente a la vez que trataba de contenerme para no contarle a Kanari, que se sentaba a mi lado, lo que me había pasado el día anterior. Lo que había descubierto por mi propio masoquismo... Ella, mi antigua mejor amiga... No, sería mejor que no pensara en ello.

Daruu había conseguido ayudarme el día anterior. Sus palabras me habían confortado por completo. Pero ahora la tristeza volvía a apoderarse de mi corazón. A la salida, al ver a Saiko, no pude contenerme más, me eché a sus brazos sin pensarlo y se lo conté todo: el blog descubierto, esos imperdonables insultos dirigidos a mí... por muy enfada que estuviera conmigo, por muy mal que hubiese pensado de ella, no hubiese sido capaz   de pensar de que sería capaz de hacer algo así. Mi antigua mejor amiga... qué sorpresas da la vida.

Sin embargo, por muy mal que me encontrara en ese momento, ellas, mis amigas de verdad, volvieron a abrirme los ojos tal y como había hecho Daruu el día anterior... Y quiero darle las gracias a todos ellos. 

A todas mis queridas flores a las que cuidaré como si fueran mis mayores tesoros. Vosotros no volveréis a florecer, no... porque no dejaré que nunca os marchiteis.

Sobre todo tú, mi flor más querida. Gracias por todo lo que haces por mí y por estar siempre a mi lado.

Te amo, y siempre lo haré.

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